jueves, 25 de diciembre de 2008

Navidad en casa



Ayer recibí una llamada que me confirma que la amistad no se pone rancia con el tiempo. Además de la noticia de que Patricia está embarazada. Un par de razones más para celebrar. Esta Navidad llegó plena: hallacas, gaitas, Misa, aguinaldos, regalos, un hogar querido... Es una de esas en las que es muy fácil pasar por alto lo verdaderamente importante.
Pero hoy Armando me lo recordó. Frente al tambor que el Niño Jesús le trajo a Alejandra, se lo dijo a ella: "Beauty, ya antes éramos el matrimonio más feliz; ahora contigo somos el más feliz, feliz, feliz..."*
A ver si el año que viene, o el siguiente, nos trae otra cuotita de felicidad.
Santas Navidades

*(Ya saben que traduzco, porque Armando sigue con su ejercicio pedagógico del inglés)

martes, 16 de diciembre de 2008

No se deja ganar


El tema de la generosidad siempre me da vueltas en la cabeza, porque nunca se es suficientemente generoso. Siempre hay que dar algo que duela y cuando logras desprenderte de eso sin que te duela, entonces significa que tienes que dar más. ¿Gracioso, no?
Dios, a quien nunca le duele nada -vale acotar-, es tan generoso como infinito... y así nos lo hace ver una vez tras otra. Por eso dicen tanto que Dios no se deja ganar en generosidad.
Ahora que soy mamá me doy cuenta de que todo esto no es más que una artimaña maravillosa de la Providencia para obligarnos, generosamente, a darnos. Esa es la razón de ser padres: ¡una necesaria y obligada ocasión de servir!
Me duele mucho por eso cada vez que me agobia la realidad y me planteo que ser madre es difícil. Me duele mucho querer de pronto decir que no... y me duele hasta el fondo cuando veo que Dios da mucho y lo da todo, esperando que uno de nosotros le diga que sí, que quiere, y no lo vemos. Así como es de generoso, es justo, y pide en la medida que da.

miércoles, 5 de noviembre de 2008

El tío Julián


La llegada a Venezuela supuso para Alejandra también el conocimiento del resto de la familia a la que no había tenido acceso en Pamplona. Aquí pudo conocer a su otro tío. Siendo esposo de su tía de sangre, podría decirse que no es su tío del todo; pero Ale, con su corazón generoso, se ha esforzado por demostrar que nada importa si es de sangre o no: lo que importa es cuánto pueden llegar a quererse entre sí. Entre Ale y su tío Julián se dio el flechazo: fue, sin duda, un amor a primera vista.
El tío Julián no es un hombre de esos que llamamos zalameros. No es un tipo al que le gusta hacerse notar, o alguien que quiera a toda costa el cariño de la gente. Es más bien un hombre discreto. Así ha sido su estrategia de conquista; no la atosiga, no la persigue, ni es el primero en saludarla, no le ríe las gracias en medio de la aclamación... El tío Julián espera la hora de la siesta y de pronto se la lleva a jugar para la cama; cuando la conversación está encumbrada, el tío Julián la toma de la mano y la ayuda a dar sus primeros pasos; ni qué decir de las prácticas de "vuelo" que Alejandra disfruta muy cerca del techo de la casa, en brazos de su tío Julián...
Ha sido maravilloso descubrir que Ale cumple a carta cabal sus funciones de sobrina. Porque el tío Julián "no podrá tener sobrinos de otro modo"*, así que se ha estrenado con honores en su papel.

*¡Es hijo único!

viernes, 31 de octubre de 2008

Dios nos cuida con ternura

Las noticias internacionales siempre suenan muy lejanas. Los muertos en Irak, las víctimas de un terremoto en Japón, los hambrientos de África... Aunque mi conciencia me dice siempre que debo pensar en cada una de las personas que se esconden detrás del titular, casi nunca lo logro. Me di cuenta de que no lo logro ayer, cuando escuché una noticia internacional que me llegó profunda y que me llenó de miedo.
Hoy sé que todos están bien. Pero sufrí mucho imaginándome a mis amigos con coche que estacionan allí, a mis amigos de Barañáin que se vienen por la cuesta, a los dos amigos de Oficinas Generales que me sacan de aprietos con la matrícula, a los venezolanos haciendo doctorado, a los flojos -como yo- que esperaban la villavesa. Por primera vez, le di mi entusiasta aprobación a la hora del café española en la que las oficinas quedan desiertas. ¡Cuánta sabiduría! -la de Dios-.

domingo, 12 de octubre de 2008

Domingos de periódico


Una vez mi mamá me contó que una fulana decía los domingos, "saldremos después de que fulano -su esposo- se aprenda el periódico". Me pareció una fracesita muy gráfica para calificar lo que sucede cada domingo en las casas en las que alguno se sientan por horas a leer con detalle cada página de la prensa nacional.
Así es mi hogar. Como buen periodista, Armando dedica horas de sus domingos a leer El Nacional y El Universal: revisa cómo andan de publicidad, valora la eterna batalla en cada una de las secciones, qué buena esta entrevista, qué malo este trabajo, este reportaje se lo copiaron del domingo pasado, cuánta publicidad tiene el gobierno, qué mal escriben los de farándula, estas revistas son una basura, pero qué buena crónica ésta... Así nos pasamos el domingo, comentando sobre la prensa, como si fuera un miembro más de nuestra familia.
Alejandra se ha acoplado bien a esta dinámica en la que no es posible pasar de largo. Hoy agarró la revista Todo en Domingo, sentada al lado de papá empezó a hojearla, pasó con destreza cada página, se detuvo en aquéllas en las que había publicidad de pañales o de jabón para bebés, señaló con su dedito a los niños, luego se detuvo en una de Purina -alimento para perros- y señaló un feliz pastor alemán, mientras hacía el típico sonido de "au, au"; sólo tuve que corregirla ante la foto de tres gatitos, ante quienes quiso hacer también au, au... "No son perros; estos hacen miau, miau", le dije.
Mi hija me deja sorprendida. Ya se ve que no sé de qué son capaces los niños en la medida en que van creciendo.
* La foto para pecé, que quiere apoyo gráfico.

jueves, 9 de octubre de 2008

La chica del tiempo


Alejandra y yo desayunamos al menos tres veces a la semana en casa de sus abuelos Avellaneda. Es un momento maravilloso en el que se ha institucionalizado la arepita con mantequilla y queso. En la cocina hay un televisor en el que siempre están "puestas" las noticias. Ale come y exige que le den la arepita a toda velocidad sin hacer el menor caso a lo que pasa en la tele.
Eso es así hasta que aparece la sección de las previsiones meteorológicas. No importa si lloverá, si hará sol, si se prevén chubascos... Ale se paraliza, pide con la mirada que le quiten del medio todo lo que le impide ver el reporte del tiempo y se queda hipnotizada, viéndolo.

viernes, 19 de septiembre de 2008

Cumpleaños Feliz




Alejandra cumplió años el domingo pasado. Hicimos -como todos los padres primerizos- una reunión muy pequeña, prevista para que no fuera gran cosa. Como la mamá de Alejandra estaba más ilusionada que ella, consiguió una piñata, una torta, un mantel, vasos y platos, gelatina de colores, quesillo y brownie... La abuela chocha preparó cotillones.
Alejandra tuvo una fiesta grande, con una lista chiquita de invitados. Tíos y padres rompimos la piñata y nos agachamos a recoger los jugueticos.
La chiquitina aplaudió y grito en medio del popular ¡dale, dale, dale!.. No entendía su emoción hasta que se me ocurrió que ella creía que todo el mundo gritaba: Ale, ale, ale.

jueves, 11 de septiembre de 2008

Del 13 al 14


Hace exactamente un año era trece de septiembre y me pasé el día "inventando" que había roto la bolsa. Esperaba ansiosa la llegada de Alejandra, pero ella no daba ninguna señal de que vendría pronto. Sin embargo, ese 13 me lo pasé haciendo bromas y recibiendo llamadas, respondiendo que todavía nada... Tuve un minuto de sensatez y le dije a mi mamá que quizá podríamos ir al hospital y decir tranquilamente que tenía sospechas de que ya había roto fuentes... para no quedarnos con la duda.
Pero pasaron las horas y Armando llegó de su curso y se hizo de noche y nos acostamos muy tarde viendo juntos un capítulo del Gran Hermano español, una guarrería que no me permitía concentrarme en que pronto saldría de cuentas.
Cerca de la una de la mañana, a la hora de dormir, se hicieron más insistentes mis dudas. Me daba miedo que de haber roto fuentes, se me pasaran las doce horas máximas que conviene esperar. A esa hora, en medio de encontronazos suegrísticos-yernísticos-hijaconstedísticos, salimos en taxi al hospital.
Así nos fuimos, sin el bolso, sin mis estampitas, sin nada... Armando desconfiaba, se quejaba de mi capricho, y yo estaba segura de que nos devolverían por "falsa alarma".
No sólo no nos devolvieron, sino que viendo que ya había pasado tiempo suficiente, decidieron inducirme el parto.
-Esto es muy largo... no vas a dar a luz ahora, ni en un par de horas -nos dijo la doctora de guardia-. Vayan a la sala de dilatación y allí deben esperar.
-¿y yo? -preguntó Armando.
-Usted, con ella.
-¿Y mi suegra?
-Su suegra, a la casa, a descansar... Eso no va a ser ahora, ni en unas horas.
Mi mamá tomó un taxi de vuelta. Con el alma en un hilo. Confiada en esas palabras... No valía la pena esperar allí.
Bajo la orden estricta de que no se le avisara a nadie hasta que ya supiéramos que la cosa iba bien, tan sólo le dijeron a Kharina, del otro lado del charco, que empezaban a correr las horas, que pronto nacería Alejandra.
Sentí pronto cómo prendían velitas. De verdad lo sentí.
Pasaron las horas y las horas. Amaneció y mi mamá llegó al hospital, con el bolso. Se sentó paciente afuera, a esperar que alguien saliera.
Yo estaba negada a la epidural, pero ya no pude con el cansancio. Como al mediodía del 14 de septiembre, pedí que me la pusieran. A partir de esa hora pude descansar un poco, y pudo descansar la mano de Armando, que apreté al mismo ritmo y con la misma intensidad de cada contracción.
Cuánto he dilatado... Apenas dos, tres centímetros.
Un examen, de rutina, para ver si la bebita está bien. Consiste en sacar sangre de la cabecita para medir un par de variables.
El primero de esos exámenes me lo hicieron sin haberme puesto la epidural. Fue muy doloroso. Pero allí supe algo de mi hijita: tenía mucho pelo. ¡Costaba sacar la sangre con el delgado tubo, porque su larga melena lo impedía!
-Cuando te digo que tiene pelo, es que tiene pelo largo -me dijo la doctora.
Siempre dieron bien los exámenes. Siempre tuve mucho miedo de que Ale no estuviera bien, después de tantas horas.
Siempre me quedará la impresión de que el médico y la matrona, ya a las cinco de la tarde del día 14 no estaban de acuerdo entre dejarme un rato más para ver si dilataba completo o hacerme cesárea.
La verdad es que yo rezaba mucho... al Cristo de Petare, que fue el único que llegó hasta allí, en la billetera de Armando.
De pronto, vino la matrona -digo yo que desesperanzada de mi dilatación-, me vio, me dio un par de instrucciones y lo dijo: ¡tú ya estás de parto! ¡vámonos a la sala!
De nuevo el "¿y yo?" de Armando. "Y tú te vienes con nosotros", dijo la matrona.
Armando se animó a ponerse del lado que saldría Ale. Bastaron quince minutos, un poco de esfuerzo, Armando la veía salir y yo veía su cara ilusionada... ¡Tiene mucho pelo!, me dijo antes de que yo pudiera saberlo.
Así de pronto nació Alejandra. La pusieron en mi barriga -ahora muy flácida-. Una sensación indescriptible: ¿No se mueve? ¡está morada! ¡Parece gelatina! ¿Se queja? ¿No debería llorar?..
Todo está bien. Y un susurro, de madre a hija: Bienvenida, mi amor, no sabes cuánto te esperamos.
Después de eso... minutos fugaces. La miden, la pesan, la envuelven... Armando la carga, le susurra cosas que yo no oigo. Lo veo ser padre.
Hoy se cumple un año del trece de septiembre. Mañana Alejandra cumple un añito de vida. Lo celebramos desde hoy. Ésta era una historia que le debía... y aquí se la dejo.

miércoles, 10 de septiembre de 2008

En una noche tan linda, como ésta...


Hoy se celebra el Certamen Miss Venezuela en el Poliedro de Caracas. Mi prima ha recordado que el año pasado, cuando se disponía a verlo con su mamá, recibieron la noticia de que yo había empezado el trabajo de parto. Hoy esta ciudad farandulera recibe con alegría a la Miss que esa noche se coronó como la mujer más bella del país, luciendo ahora la banda de la mujer más bella del Universo.
Este concurso es una banalidad que siempre me ha sacado de quicio. Pero lo cierto es que me da mucha ilusión recordar esa noche del 13 de septiembre, cuando salimos desconfiados al hospital pensando en que nos mandarían de vuelta a casa.
Mientras nuestra familia veía el Miss Venezuela en Caracas, yo soportaba las contracciones en Pamplona. Siempre le podré decir a Ale que ese día de su nacimiento, Venezuela coronó a la que sería su quinta Miss Universo... Y quién sabe si se cumple el oscuro vaticinio de mis estudiantes, y una noche de septiembre del año dos-mil-mucho Alejandra aparece en televisión, cantando el popular jingle de "En una noche tan linda, como ésta"
¡Dios nos libre!

viernes, 5 de septiembre de 2008

Bollitos


Cuando uno tiene un hijo rondan siempre las preguntas típicas: ¿ya camina?, ¿gatea?, ¿dice alguna palabrita?, ¿duerme bien?, ¿es buenita?.. En Venezuela, a esas preguntas se le suma una primordial y determinante en la crianza de todo buen hijo de vecina: ¿ya come bollito de arepa con mantequillita y quesito?
Sí. Creo que todos tenemos el recuerdo de la abuela que nos daba los bollitos de masita, rebosantes de mantequilla y queso, a veces con huevo, a veces con pescado. No importa cuántos meses tenga el bebé: tan pronto aparece una abuela, aparecen también los bollitos de masa de arepa.
Hoy por primera vez Alejandra se comió un bollito. La eximí de la mantequilla y el queso. Le puse en su platito cinco bolitas de masa cocida y la invité a que las agarrara. Le di la primera yo; ella abrió la boca inmensa, como si fuéramos a meter una cuchara. Después se fue acoplando a la dinámica... Al final, tenía la misma cara de todos: la sonrisa de saciedad y las huellas de su primera comida autónoma en los cachetitos.

miércoles, 3 de septiembre de 2008

Los zancudos


Hay una plaga en Caracas que afea sus días y sus noches. Para nuestra familia ha sido la única cosa molesta de volver a casa. Los zancudos están por todas partes, nos atacan a cada momento. No se puede transitar sin que aparezcan como una amenaza. Su presencia responde a una política para mantenerlos totalmente descontrolados, sin orden ni autoridad. No se fumiga, no se les pone control, viven en la anarquía. Aparecen por todos lados: para los pequeños, siempre a la hora de la siesta; para los grandes, siempre que anda uno al volante.

jueves, 28 de agosto de 2008

Los ganchos (las perchas)


Desde algún sitio nos observa un grupo importante de ganchos para colgar la ropa de Alejandra. Están aquí, en casa, o en la casa de mi mamá. Yo digo que están allá porque estoy segura de que ella no me los dio. Ella dice que están aquí, porque asegura que yo me los traje. Yo busco en secreto en todos los clóset de su casa. Ella, discreta, se asoma en la maleta del carro, en los gabinetes de la cocina.
El asunto es que ellos deben sonreírse cada vez que nuestra mirada pasa sobre el sitio donde están y no los vemos. Por están en algún sitio. Ni siquiera escondidos, sólo están allí, imperceptibles.
Mientras tanto, los vestidos de Ale siguen amontonados en el armario que trae su cuna.

domingo, 24 de agosto de 2008

En casa



Los caraqueños tenemos la suerte de poder ver desde casi toda la ciudad el majestuoso cerro que la bordea por el norte. Yo tengo la muy rara suerte de poder verlo desde casa, porque a pesar de vivir en uno de esos edificios altos que pareciera chocarse con los otros que están cerca, mi balcón asoma por un huequito que nos lleva hasta él.
Así ha sido nuestra vuelta. El día 3 de agosto desayunábamos en nuestra mesa, en el balcón, mirando El Ávila, comiendo queso blanco con arepas, sacando la cuenta de lo rápido que se pasó todo y con un tercer miembro en la familia.
Caracas nos ha recibido amable. No podemos decir otra cosa. Abuelos, tíos, primos, amigos cercanos y lejanos han venido "en procesión" a ver a Alejandra, con mucho afecto y con muchos regalos también.
Armando dice que vivir aquí es como manejar bicicleta... no se olvida. Abro los gabinetes de la cocina sin pensar y allí encuentro mis cosas; manejo el carro sin prever la ruta, me dejo llevar y llego donde quiero; meto la mano en e bolso -casi intacto desde que lo dejé- y consigo las llaves de casa de mi mamá, abro el portón del estacionamiento y paro el carro como lo hacía siempre.
Ahora le enseñamos a Alejandra a vivir en esta ciudad, y le enseñamos también lo sabroso que es ir a comer a casa de los abuelos los domingos, jugar con los juguetes de Santiago, ir a todos lados en carro... otra vida.
PD. La primera foto es la vista de mi balcón. La segunda, es la vista verdadera... ¡tras las rejas!

jueves, 31 de julio de 2008

Animalejos



He asumido que a Ale le gustan los animales tanto como a mí. Mientras Armando suelta su frasecilla de "no sé quién están más emocionada, si la madre o la hija" frente a pingüinos, tiburones, tigres de bengala, águilas, manatís, osos hormigueros... yo me repito con madurez que la experiencia del Zoo siempre le viene bien a un niño, a cualquier edad. Pero han pasado los días y Alejandra me ha demostrado que heredó el amor por la naturaleza. Cuando sale en el cochecito y ve un perro, grita y se quiere lanzar a agarrarlo -no importa el tamaño-. Cuando ve palomas, se entusiasma tanto que levanta los brazos y los agita como si estuviera en la barra de Sábado Sensacional. De vez en cuando empujo el cochecito con fuerza y nos vamos detrás de las palomas a toda velocidad. No sé quién tiene más ilusión de que podamos correr juntas detrás de ellas.

miércoles, 30 de julio de 2008

Civilizándonos


Marisela es la hija salvaje del más importante relato fundacional de Venezuela: Doña Bárbara. Cuando Santos Luzardo encuentra a Marisela en medio de los Llanos la ve desgreñada, sucia, malhablada y sin zapatos. Sucede con ella el obvio proceso de educación y refinamiento...
Dado que Alejandra ha empezado a ponerse de pie, hemos decidido comprarle sus primeros zapatitos. Ayer me pasé el día entero recordando a Marisela. Primero, el llanto; luego, una insistencia pícara para desamarrarlos; después, otra vez llanto. Los piecitos de mi hija se hallaban en estado salvaje, bien podría pasearse por las tierras apureñas sin problema alguno. Al final del día, después de mucha lucha, parecía que ya no se daba mucha cuenta de la prisión en la que se hallaban sus pies. Hoy vuelvo a la brega...

lunes, 28 de julio de 2008

Con poco...



El otro día en el VIPS a Alejandra le regalaron un globo de helio. La cara de inmensa felicidad que puso cuando vio venir el globo hacia ella fue de fotografía. No nos imaginamos nunca el impacto que tendría en su día. Al salir de la tienda le amarramos la cuerdita en uno de los tubos del cochecito. La pobre se agotó tratando de traer hacia sí el globo que se iba hacia a atrás gracias al viento contrario a la marcha. Viendo que se desesperaba, acortamos la distancia de la cuerda, pero tampoco así podía mantenerlo en sus manos. Solución: papá cargó a Alejandra y a su amigo El Globo. Fueron cuadras de sonrisitas, carcajadas, abrazos, besitos de nariz, encuentros cercanos... diversión total.
Concentramos en ese globo toda nuestra ilusión de que aprenda a ser feliz con poco, disfrutando de cada pequeño detalle.

martes, 22 de julio de 2008

Toledo es mucho... Toledo




Me pasé un año y medio en Pamplona esperando el verano insoportable del que hablaban los navarros. El año pasado me fui hasta Almagro, embarazada y, como si fuera poco, llegué a Granada. Ningún calor me dejó sin aliento. Quizá extrañar y extrañar el clima de mi país y aceptar con resignación la brisa fresca pamplonica, me hizo muy resistente.
Cuando preparamos nuestro viaje a Toledo nos hicieron los tíos las advertencias de siempre: visiten esto, no vayan a aquello, agarren este autobús, no vayan a comprar esto, habrá muchísimos turistas, y tengan cuidado con el calor, que allí aprieta bastante. Más de lo mismo, gracias por la preocupación, pero ya he dicho que prefiero el calor al frío, que resisto bastante y que me la paso bomba en el verano.
Toledo nos recibió majestuosa. Su catedral, sus calles estrechas, su mezcla de culturas, tanto interés, tantos idiomas, tanta vida... y tanto sol.
A mitad del trayecto le confesé a Armando que estaba demasiado cansada. No entendía por qué de pronto había perdido las fuerzas. Mi comprensivo esposo me dijo con delicadeza -sabiendo lo que eso significaba para mi amor propio-: es el calor. ¡Vaya por Dios! Por primera vez me vencía el termómetro.
La cosa estuvo muy bien después de que nos refugiamos un rato en el aire acondicionado del McDonald's. Pasó la hora fuerte y volvimos a callejear. Lamenté no poder meter en mi maleta una imagen de El Quijote. Aunque habrá que hacerle espacio al abanico que Alejandra, con su simpatía, logró que le regalaran. Recuerdos de Toledo.

viernes, 18 de julio de 2008

Buenos o chéveres



Ayer estuvimos en la piscina en casa de unos amigos en Madrid. Estos chicos con el tiempo se han vuelto cada vez mejores personas. Son esos amigos con los que se cuenta, en cuya casa te sientes como en el propio hogar, y a quienes les puedes pedir un favor con la tranquilidad de saber que les hace feliz ayudarte... Pues bien, así son ellos; y cada vez son más así.
Alejandra se lo pasó bomba en la piscina. Fue su primera "inmersión", así que nosotros la disfrutamos tanto como ella. Nos metimos en la piscina de niños, que tenía mejor temperatura por razones obvias...
Al salir de su apartamento, en la noche, Armando me dijo ¡qué chéveres son!. Yo me di cuenta de que chévere es cualquiera, basta con ser simpático y para eso no hace falta mucho esfuerzo. Difícil es ser bueno: ser capaz de sacrificar las propias comodidades para atender las de otros, y querer a esos otros de gratis.
Nosotros somos chéveres -dije con cierta vanidad-, pero ellos son buenos.

martes, 15 de julio de 2008

Trepadora




Alejandra ha aprendido a ponerse de pie. Se agarra con fuerza de cualquier cosa que esté a su alcance y se impulsa. Lo más natural es que un niño haga eso con los barrotes de su cuna. Pero la cuna de Ale no tiene barrotes. De manera que sólo puede hacer este ejercicio cuando está afuera, cerca de algún mueble. Ha tratado sin embargo de desarrollar una técnica para pararse desde el fondo de su cunita de viaje. Se pone de rodillas y empuja las manitos contra la rejilla. Hace fuerza con las piernas y empieza a subir inclinando su cuerpecito. La verdad es que no ha tenido éxito. No logra llegar hasta arriba y agarrarse del borde para sostenerse de pie. En ocasiones se resbala y cae lentamente rasguñando la rejilla. Se la puede ver desde el otro lado, tratando de aguantarse con la boca y los dientecitos. En otras oportunidades consigue la ayuda de alguien que, pasando por ahí, le echa una mano y le da el impulso para llegar hasta el borde y sostenerse. En esos momentos pone una sonrisa plena, exitosa. Y se sotiene mirando hacia arriba, buscando la complicidad de quien la ve. Es entonces cuando empieza a correr el tiempo: todo el que pueda aguantar sostenida. La expresión de éxito dura hasta que cae, ahora, desde las alturas.
Pero así son los niños: sabe que basta con volver a empezar. Mi hija testaruda pronto podrá ponerse de pie por su cuenta.

martes, 8 de julio de 2008

La familia, la familia...





Confieso que guardo un profundo temor ante la posibilidad de que mi arisca hija no reciba con gratitud todo el amor que le tienen preparado sus abuelos, tíos y primos en Caracas. Confieso también que reservé una ilusa esperanza en el comentario que me hizo Majo sobre cómo Yago cambió de actitud cuando ella se lo llevó de visita a Argentina. Pensaba, sin embargo, que no podría saber cómo sería el encuentro hasta que llegáramos a Maiquetía.
Los días en Madrid han traído sus sorpresas. A pesar de estar de "ocupas" en la casa de los tíos han sido momentos perfectos para que Alejandra se acostumbre a vivir en familia. El experimento ha resultado exitoso. Ha hecho especial conexión con su primo y tocayo, quien le ha enseñado a ocultarse detrás de un paño -mientras preguntamos a viva voz ¿dónde está Alejandra?- y luego aparecer al grito de ¡aquiiií!; también ha aprendido de él la muy segura actividad de abrir las puertas y gavetas de los armarios. Ha aprendido de su abuelita Mirtha a hacer "viejita" que no es otra cosa que arrugar la carita y mostrar sus dientes; ahora saluda con la mano cuando quiere algo y no sólo se tira a los brazos de papá y mamá, también se lanza sobre su padrino, y sus primos.
No miento. Alejandra está mucho más sociable; tanto, tanto que me parece que se ha enterado de que es el centro de la atención de toda esta casa. A la hora de la comida se pone a hacer payasadas para hacer explotar las risas cómplices de todos, que le suenan a gloria. Esa es también una preparación para nosotros. Para los niveles de atención que va a tener a nuestra llegada a Caracas, y para que me preocupe ahora de su condición de diva.

domingo, 29 de junio de 2008

Despedidas




La labor de empacar me ha hecho limitar mis pensamientos de todos los días a la cantidad de kilos que tengo, la que puede caberme y la que pesa cada pequeña cosa. Esa limitación mental me ha liberado del sentimentalismo. A pesar de todos los pronósticos apenas he llorado.
Pero hay momentos de momentos. Ayer, Oshrit y los demás amigos del doctorado nos organizaron una despedida. Fuimos todos elegantes, la comida que prepararon fue de lujo y la verdad es que pasamos un rato como ninguno. Nos dieron varios regalos: una canción inédita del adiós, lista para ser cantada a partir de ahora en todas las despedidas; un CD con canciones de cada país, para escuchar en el tráfico caraqueño; y un álbum, con los mejores recuerdos de nuestro paso por Pamplona y mensajes de cada uno.
Ni qué decir de llorar. Apenas pude agradecer: los primeros meses en Pamplona nos sentíamos muy solos, y los días nos pasaban lentamente; desde que empezamos a tener amigos el tiempo se nos pasó volando.
Con lo de las fotos pudimos recordar cada llegada. Oshrit se hizo amiga de Armando primero y luego, en Almagro, hundidas en la trampa, no nos quedó otra que hacer frente. Y Liége, que me dijo que le pediría a Mónica una cuna para Alejandra, que no me preocupara. Luego Mónica, que de golpe dejó de ser distante para ofrecernos irnos a buscar al hospital. Teresa, batallando las mañanas de inglés con Armando. Y Víctor, compartiendo las galletas en la gaveta de mi mesa. Los estudiantes de este año vinieron con todo: Karine, con su buena intención de decirme que iba bien con mis clases de samba, y Mónica -con David José, Jaime y el milagro de Ana Isabel-, para "hacer alumbrar el trópico". Ya a Eugenia le he dicho muchas veces cuánto significó para mí que me salvara ese primer día de clases en la segunda planta de la biblioteca.
Han sido días maravillosos, de amistades plenas y profundas. Con su brisa fría que no cesa, Pamplona nos ha ofrecido un ambiente extraordinario para ver crecer nuestra familia.
*Esta entrada fue una de las cosas que me quedó pendiente de mis últimos días en Pamplona. La he rescatado de los borradores y la cuelgo desde Madrid.

martes, 24 de junio de 2008

De hermano en hermano

Somos cinco hermanos. En realidad somos tres originales y dos adicionales(mis tíos menores, que completan la seguidilla ascendente). Yo cierro -con broche de oro- la cadeneta que empieza mi tío preferido y compadre. Así vamos siempre: si yo tengo 15, Khari tiene 17, Andrés 19, Mora 22 y César 25... En la medida que van subiendo los numeritos, todos nos vamos haciendo viejos.
El domingo me llamó César, para felicitarme. Cuando le dije que cumplía treinta se ve que cayó en cuenta de que la fila se empujaba apretadamente hasta sus casi cuarenta. Sin embargo, su respuesta me llenó el corazón: Sabes qué, cada año que pasa te quiero más.
Esta frasecita, acompañada de sus sonoras carcajadas me hizo desear hacerme vieja, muy vieja.

lunes, 23 de junio de 2008

Velitas para tres


Mi cumpleaños fue una pasada. Armando y Ale me dieron dos regalos buenísimos al despertar. Vinieron muchos de mis amigos a celebrar "mis treinta" y la verdad es que no me dio ni tiempo de ponerme melancólica.
Armando se dispuso del todo para sorprenderme con sus regalos; Alejandra lució con alegría "el primer cumpleaños de mamá"; no me sobraron salchichas, ni pedazos de pan para el resto de la semana; tuve unas velitas del número "30"; me sentí amiga de cada una de las personas que vinieron a casa, inmensamente afortunada de querer bien a tanta gente.
En la mañana, hicimos un recuento tonto de lo bueno que había sido este año. Desde mi cumple del año pasado, que celebramos con tres amigos venezolanos en un bar, hasta hoy. Los treinta han venido desbordantes, hasta el punto de que todavía soy joven en España. Alejandra ha sido el mejor regalo para mí, y creo que para muchos. Porque la coincidencia de mi cumple, su nacimiento y el milagrazo de ganarle a Italia en el mismo año no es casualidad.

*En la foto: cada vez somos más disputándonos las velitas.

jueves, 19 de junio de 2008

Buena gente

El otro día me encontré con Eduardo en la librería de la uni. Fui a ver aquel libro que quería comprar, pero entre que no tenía dinero y que significaba unos gramos más de equipaje decidí dejarlo. Al ver a Eduardo se me ocurrió un buen plan: Cómpralo tú, me lo prestas, yo lo leo y te lo regreso después. Así no gastaría y no tendría que hacerle un espacio en mi maleta.
El tema es que le fui tomando cariño a "Un safari en mi pasillo". Sabía que me sucedería. Y de vez en cuando me planteaba que podría comprárselo a Eduardo, o que -¡mejor!- me podría comprar uno nuevo para llevármelo para Caracas.

Ayer me encontré a mi buen amigo venezolano por el pasillo de la uni. Yo iba corriendo, para no llegar tarde a la defensa de la tesis de Fernando...
-Grisel
-Hola, Eduardo... voy corriendo.
-Sí, pero espera, es un minuto.
-Si quieres sígueme y hablamos
(¡sígueme, ni siquiera acompáñame!)
-Es sólo un minuto.
-Es que voy muy retrasada a una defensa...
-El domingo es tu cumple, ¿no?
-Sí... a las siete, en mi casa.
-Ah... el libro.... que te lo quedes... por tu cumpleaños.
...

Mi apuro me había llevado al lado externo de los torniquetes. Y desde allí había obligado a Eduardo a gritar su amable gesto. Fui tan torpe. En esa distancia ni siquiera se puede agradecer sinceramente.
En la tarde otro amigo me enseñó un buen dicho: "generalmente cuando uno piensa que hay cerca un tonto*, tarda poco en descubrir que ese tonto es uno mismo". En la planta baja de la biblioteca, ayer, había un tonto.

*Mi amigo no utilizó la palabra "tonto", sino una mucho más ofensiva, que por respeto no pondré, pero que se adapta bien a toda la historia.

lunes, 16 de junio de 2008

Promesas


Estoy decididamente harta de la izquierda idealista latinoamericana. Siendo venezolana, me encuentro de tanto en tanto personas que se me acercan y me hacen la pregunta correspondiente: ¿y qué tal las cosas con Chávez?
He dividido a quienes me preguntan en tres grandes grupos: los curiosos, que me quieren, interesados por mi situación personal y mi opinión; los europeos, que incapaces e imposibilitados de conocer nuestra realidad tratan de hacerse una idea; y los mexicanos, bolivianos, argentinos... sudacas en general que creen saber de lo que están hablando.
Del tercer grupo quiero declarar públicamente mi odio a quienes completan mis impresiones de ciudadana de a pie con sus declaraciones magnánimas sobre el derecho de los pueblos a la igualdad, sobre la idea anhelada de acabar con la pobreza, de incluir a todos los excluidos y de dar un paso adelante hacia la dignificación de nuestros pueblos. Sobre la base de esas ideas creen identificarse conmigo, y una vez que han descubierto que no tengo herramientas para comprender este fenómeno continental, me miran sonreídos con cara de ojalá un día entienda que esto es mejor que nada.
A partir de ahora, cuando vea a alguno de estos venir con su sonrisita irónica, me negaré tajantemente a sostener una conversación en la que un habitante exterior opine sobre la triste realidad de la pobreza de mis compatriotas. Lo lamento, no aceptaré que nadie venga a pisar mi experiencia vital con las prerrogativas trasnochadas de una sociedad ideal.
Para lo fácil que les resulta engancharse de una promesa, no entiendo por qué no se enganchan de una que valga la pena, como la vida eterna. Esa sí que promete y además es genuina.

domingo, 15 de junio de 2008

Llamarada


Mi hija se despierta unos días contenta y unos días muy brava. Los días que se despierta contenta, inicia un concierto teteteteté, tatatatataaaaaá, ..., teteteeeeeé, y así puede durar hasta media hora. Los días de furia nos despierta con un grito o un llanto: el aviso de que será un día largo.
Pero hay algo que no varía. Todas las mañanas mi hija se despierta con la melena en su mayor estado de rebeldía. Armando, que le pone sobrenombre a todo, le ha puesto el suyo al pelo de Ale en esta modalidad: la llamarada. Mírenla y opinen.

viernes, 13 de junio de 2008

Pánico


Hace varios días se inició un paro de transportistas en España, para protestar por el precio de los combustibles. Tan pronto se inició la huelga, los noticiarios se llenaron de verdaderas noticias. En casa nos sorprendimos con cierta picardía de la ligereza con la que los reporteros propinaron pronto palabras como caos, desabastecimiento, pánico, largas colas, angustia... Por cada una de esas palabras imaginaba a 100 doñitas saliendo con su carro de la compra para apertrecharse. El resultado podía ser alarmante.
Como buenos venezolanos, permanecimos impermeables a las voces de alerta. Ayer finalmente nuestra nevera quedó despoblada y nos fuimos a mi automercado preferido a "hacer la compra". Me atacó una risita nerviosa al ver los anaqueles vacíos. No había ningún producto fresco -verduras, frutas, pollo y carne- a no ser por unas peras aporreadas que adornaban los estantes. De la risita nerviosa pasé a una incipiente desesperación al darme cuenta de que todo lo que faltaba era justamente lo que componía la dieta de Alejandra.
Armando puso su cara número 5 cuando vio mis primeros síntomas de locura. Pensé en la vocecita de mi hermana que me recuerda todo el tiempo: aprovecha que hay de todo en el súper, aprovecha de comer atún en agua (?). Tanto nadar, para morir en la orilla.
Seguíamos riéndonos de esta venezolanización de la realidad española cuando una señora nos comentó: esto nos hace muy bien. Así aprendemos a vivir con poco. No estamos tranquilos si no tenemos la nevera y la despensa a tope. Hoy mi madre le ha hecho a mi hijo un bollo con harina y huevo. Con eso se basta.
Interesante conclusión.

martes, 10 de junio de 2008

La noche encima*


Crecí siendo hija de unos padres jóvenes y por si fuera poco, también nieta de una abuela joven. En el colegio casi no se nota, pero luego en la universidad, y con los novios, y con los hijos... Es una experiencia de la que vale la pena hablar. Pero ahora pienso en mi abuelita. Además de joven siempre ha sido muy graciosa: "astuta e inteligente", han sido los calificativos que ha usado para ella mi madre con perseverancia santa.
En mi cabeza cuelgan felices los recuerdos de sus historias: cuando ella y sus hermanas llevaban leche siendo niñas, en taparas, y para que no se botara el líquido, les metían grandes ramas de los árboles maragariteños. Cómo recetaba la cura para las gargantas infectadas, con aquel trapo enrollado en dedo índice que invadía con fuerza nuestras bocas infantiles. Su estilo tan peculiar para comer, agarrando inamovible el cuchillo con la mano izquierda, mientras corta, trincha y come sólo con el tenedor en su mano derecha.
Recuerdo también que fue quien nos enseñó que San Cristóbal y San Rafael eran los patronos de los conductores, cuando agarrábamos la larga carretera hacia Caracas, al tiempo que papá le decía "Chelanga, no montes tantos santos, que aquí ya no cabemos más". Y aquella vez que nos llamó de un autobús en el que venía de Valencia, desde un móvil que le había prestado un amable caballero que había conquistado con su aires longevos. Ha logrado montar al pelo el potro desbocado de los nuevos tiempos, aunque de vez en cuando pide que le cambien el lado al CD y se queja porque no puede ver las fotos de su bisnieta si alguien no se las muestra en la computadora. No se ha perdido una graduación, unos quince años ni un matrimonio, a pesar de que vive al menos a seis horas de carretera de nuestra casa.
Así es mi abuelita joven, la incansable.
Pues resulta que ayer me he enterado de que esa abuelita, a punto de partir de vuelta a casa, se resbaló, se cayó y le han encontrado una pequeña fisura en la cadera. Le han puesto nada más y nada menos que 100 días de reposo en cama.
Ayer hablé con ella y me sorprendió su expresión: -Tú sabes que yo me resigno a todo lo que me toque. Su buen humor nunca me había dejado ver que vivía resignada.
*Hoy he leído por recomendación de Mónica una entrada de un blog amigo. No he podido dejar de asociarla con mi conversación de ayer y por eso he "robado" su título.

jueves, 5 de junio de 2008

Guayabo


Los venezolanos llamamos guayabo a la sensación de despecho. Esa que aparece cuando te arrancan algo de golpe, típica del abandono de un novio adolescente, profundamente hiriente y que solo se supera con el tiempo -aunque siempre se puede apostar por enfrentarlo con un buen vaso de whisky-.
El miércoles aproveché la mañana para recoger el cuarto de Alejandra. Revisé todo lo que tenía, distribuí en paquetes lo que tenía que devolver, guardé lo poco que ya no le queda, y puse en una bolsa lo que tengo que regalar. Organicé también los papeles que estaban regados: los informes médicos del pediatra de Ale, los míos -del embarazo-, los estados de cuenta, los recibos de telefónica... Recordé cada momento de nuestra estancia en Pamplona.
En la tarde me sentí un poco mal: dolor de cabeza y náuseas, además de las típicas ganas de llorar. Armando me diagnosticó primero: tienes un año y medio planificando la vuelta ¿y ahora te vas a "romper"?. Luego me diagnosticó Mónica: es que has conocido gente encantadora -haciendo una clara autoreferencia- y aunque digamos que nos volveremos a ver, sabemos que cruzar el Atlántico no es cosa fácil.
Sin duda, desde ya, estoy enguayabada. No me ha quedado más que recetarme: ¡Cuando llegue a Venezuela ahogaré mi guayabo en las playas del Caribe!

lunes, 2 de junio de 2008

Nuestra Señora de Lourdes



Ayer nos fuimos a Lourdes, "enganchados" en una peregrinación de la Parroquia. Sin duda, es un sitio santo. Acuden miles y miles de personas. La lluvia no detiene el entusiasmo de quienes rezan con fe desbordante a la espera de sus propios milagros. El día terminó con la Bendición del Santísimo en la Basílica de San Pío X. Qué ambientazo: gente de todas partes, nosotros mismos -todos tan distintos-, poniendo en manos de la Virgen nuestras intenciones.
Como con los niños nos dejaban entrar a la gruta sin hacer la fila, aproveché para entrar una segunda vez cuando Ale se despertó. La hice tocar las paredes y al salir, le pedí que le tirara un beso a la Virgen. Alejandra tiró un beso como si nada, ¡es la primera vez que lo hace! Y luego, en brazos de Mónica volvió a hacerlo frente a la Eucaristía.
Y en este loco día de primeras veces, una cosa más: en el autobús de vuelta, mientras conversábamos agotados, Alejandra soltó una palabrita: dijo PAPÁ.

PD. En la foto, la familia alternativa que constituimos "los peregrinos" (la Virgen se ve al "lado" de mi cabeza).

martes, 27 de mayo de 2008

Qué pasó, manita



Mi hermano es un tipo muy particular. Tengo un inmenso abanico de sus ocurrencias y modos en mi memoria. Recuerdo bien, por ejemplo,todas las tardes, cuando yo llegaba y él estaba en su cuarto. Andrés llegaba de la universidad, se preparaba un sánduche -media canilla- siguiendo un procedimiento tradicional de derretir el queso sobre el jamón y levantándolo después haciendo equilibrio con un delgado cuchillo. Se instalaba en su cuarto, frente al televisor, y se disponía a ver un programa que había grabado con su VHS. Esto sin embargo no lo apartaba de la vida familiar. Generalmente hacía este ritual en un momento en el que todavía no habíamos llegado a casa los demás; tanto así que en la medida que íbamos llegando, abríamos la puerta cerrada de su habitación y lo encontrábamos allí: con su franela blanca y unas bermudas. Cruzadas las piernas, se veía cómo la mitad de una de sus medias blancas le "colgaba" más allá del pie. En el momento en el que lo interrumpíamos, agarraba el control remoto, accionaba el pause, y con una sonrisa y un tonito amable nos decía: ¿qué pasó, manita?
Toda esta historia se paseó con detalle en mi mente esta mañana, cuando vi a Alejandra dormida... De piernas cruzadas, con la mediecita blanca colgando del pie, la imaginé preguntándome ¿qué pasó, mamá?
*Debo aclarar que la frase "qué pasó" se usa comúnmente para saludar en Caracas.

lunes, 26 de mayo de 2008

Abuela a tiempo completo


Mi mamá ha decidido retirarse. Y ha empezado por comunicar la noticia a cada uno de sus hijos. A todos nos ha caído por sorpresa. A mí me resulta un poco raro imaginarme a mi madre en una dinámica distinta a la laboral.
Ayer, cuando me lo dijo por teléfono, la escuché con atención. "Es que no quiero seguir trabajando", me aclaró en un momento. De pronto me di cuenta de que era la primera vez, en toda mi vida, que escuchaba a mi mamá argumentar una decisión con un simple no quiero. Y me dije: quién soy yo para objetar su primer deseo sincero que, paradójicamente, es jubilarse.
Como no pudo -aunque quiso- ser madre de tiempo completo, ahora -pienso- podrá ser una abuela a tiempo completo.

viernes, 23 de mayo de 2008

En bici por Pamplona




El viernes cumplí un sueño de esos que tenía escondidos. Tuve que ir al centro a buscar un papel y le pedí la bici prestada a Oshrit. En un primer momento estuve un poco nerviosa... ¡hacía tanto que no montaba bicicleta! Pero después de recorrer dos cuadras ya me sentí muy cómoda. Pude disfrutar del aire fresco, conocer calles que no había visto antes y hacer un poco de ejercicio. Valoré esta experiencia, sobre todo desde la óptica de la melancolía que ya empieza a llenarlo todo.
En la noche pasaron por la Av Plaza Norte, frente a la casa, un grupo de vecinos tocando con sus instrumentos la melodía de "uno de enero, dos de febrero, tres de marzo..." -la que le da título a este blog-. Estaban anunciando que el sábado sería el día de Barañáin, una oportunidad para montar las mismas fiestas de siempre.
Estuvimos viéndolos por la ventana, hasta que Armando soltó un comentario de los suyos:
-De verdad que esta gente es feliz. Se la pasan bien. El problema lo tenemos nosotros, que no sabemos vivir tranquilos.
Es verdad. Cuánta falta nos hace el caos.

*En las fotos, los chicos que van tocando melodías; los que van anunciando las fiestas, y los gigantes ¡mis preferidos!

jueves, 22 de mayo de 2008

Chao, chao, tetete.

Alejandra todavía no dice mamá, ni papá... Ni siquiera dice mamamamama, ni papapapapa: no son lo suyo los fonemas labiales. A diferencia de los demás niños, que suelen empezar por allí, a ella le gusta la "T". Dice tetetetete, y tatatatatata. A veces, cuando está muy divertida dice eyeyeyeye. De manera que Armando y yo hemos decidido adaptarnos a su "plan de acción" y hemos seleccionado unos nombres para nosotros: tata -yo- y tete -él-. Tratando de identificarnos con esos sonidos, Alejandra ha decidido hacer otra cosa que teníamos tiempo tratando de ensenseñándole: manito de coco. Ahora mueve su manito como si dijera adiós. Digo "Como si" porque en realidad no lo tiene asociado a nada (como tampoco tiene asociado el silabeo). A no ser por ese día en misa que, desprevenida, la vi saludando a Lucía en el momento de la paz: "chao" hacía con su manito.
Como ya lo saben, Alejandra es un agente libre. Dice chao cuando estamos comiendo y hace silencio cuando la animamos a repetir sus silabitas. Por los momentos, el gobierno sigue en manos del mismo tirano.

martes, 20 de mayo de 2008

Número de Lote


A veces vemos el mundo como si fuera una producción en masa. Solemos acudir como si nada a los estereotipos y eso, sin duda, nos limita en nuestra relación con el mundo. Sin miedo a equivocarme puedo decir que todos los días corroboro que no existen los "típicos". Como soy humana, siempre caigo; por ejemplo tengo una idea de la "típica navarra", que aplica para todos los desconocidos, pero no para Teresa, ni para mi vecina, ni para mis caseros... Ellos son pamplonicas, pero son distintos.
Sucede y sucede. Las monjas por ejemplo... claro, todas las monjas son así, los colegios de monjas son un "rollo". Todos de acuerdo... pero justamente las monjas de mi colegio son distintas. La Hna. Rosa, la Hna. Ivonne, la Hna. Nidia. Ellas no; ah, claro porque ellas no son como las otras.
Los argentinos, que son todos iguales... pero no mis amigos, ellos no son los típicos. Y los catalanes, y los intelectuales, y los nerds, y los bobos, y los superficiales, y las rubias, y los gordos... ¡No! ¡Me rebelo! No existen los TIPOS. Existen personas que podemos conocer y nos pueden deslumbrar. Porque casualmente cuando conocemos a un ejemplar de esos grupos tenemos que hacer siempre la salvedad de que es distinto.
Existen intelectuales a quienes les gusta ver tele, existen mujeres muy prácticas que hacen la mayonesa que consumen, y hay amas de casa encantadoras que no saben cocinar. Cuando pongo esos ejemplos estoy pensando en personas, no en modelitos que me dijeron por ahí.
Esto no es más que una lucha personal, que me cuesta compartir porque siempre pierdo la paciencia cuando escucho a la gente generalizar injustamente.
Yo soy del lote de las lectoras, pero me gustan los parques temáticos. ¿Qué no combina con tu número de lote?