martes, 8 de julio de 2008

La familia, la familia...





Confieso que guardo un profundo temor ante la posibilidad de que mi arisca hija no reciba con gratitud todo el amor que le tienen preparado sus abuelos, tíos y primos en Caracas. Confieso también que reservé una ilusa esperanza en el comentario que me hizo Majo sobre cómo Yago cambió de actitud cuando ella se lo llevó de visita a Argentina. Pensaba, sin embargo, que no podría saber cómo sería el encuentro hasta que llegáramos a Maiquetía.
Los días en Madrid han traído sus sorpresas. A pesar de estar de "ocupas" en la casa de los tíos han sido momentos perfectos para que Alejandra se acostumbre a vivir en familia. El experimento ha resultado exitoso. Ha hecho especial conexión con su primo y tocayo, quien le ha enseñado a ocultarse detrás de un paño -mientras preguntamos a viva voz ¿dónde está Alejandra?- y luego aparecer al grito de ¡aquiiií!; también ha aprendido de él la muy segura actividad de abrir las puertas y gavetas de los armarios. Ha aprendido de su abuelita Mirtha a hacer "viejita" que no es otra cosa que arrugar la carita y mostrar sus dientes; ahora saluda con la mano cuando quiere algo y no sólo se tira a los brazos de papá y mamá, también se lanza sobre su padrino, y sus primos.
No miento. Alejandra está mucho más sociable; tanto, tanto que me parece que se ha enterado de que es el centro de la atención de toda esta casa. A la hora de la comida se pone a hacer payasadas para hacer explotar las risas cómplices de todos, que le suenan a gloria. Esa es también una preparación para nosotros. Para los niveles de atención que va a tener a nuestra llegada a Caracas, y para que me preocupe ahora de su condición de diva.

2 comentarios:

mòmo dijo...

Un hermanito. Lo que necesita es un hermanito.

Anónimo dijo...

ay, por favor!! cuanta presión!!!
sé libre.
la de Bs As