jueves, 25 de diciembre de 2008

Navidad en casa



Ayer recibí una llamada que me confirma que la amistad no se pone rancia con el tiempo. Además de la noticia de que Patricia está embarazada. Un par de razones más para celebrar. Esta Navidad llegó plena: hallacas, gaitas, Misa, aguinaldos, regalos, un hogar querido... Es una de esas en las que es muy fácil pasar por alto lo verdaderamente importante.
Pero hoy Armando me lo recordó. Frente al tambor que el Niño Jesús le trajo a Alejandra, se lo dijo a ella: "Beauty, ya antes éramos el matrimonio más feliz; ahora contigo somos el más feliz, feliz, feliz..."*
A ver si el año que viene, o el siguiente, nos trae otra cuotita de felicidad.
Santas Navidades

*(Ya saben que traduzco, porque Armando sigue con su ejercicio pedagógico del inglés)

martes, 16 de diciembre de 2008

No se deja ganar


El tema de la generosidad siempre me da vueltas en la cabeza, porque nunca se es suficientemente generoso. Siempre hay que dar algo que duela y cuando logras desprenderte de eso sin que te duela, entonces significa que tienes que dar más. ¿Gracioso, no?
Dios, a quien nunca le duele nada -vale acotar-, es tan generoso como infinito... y así nos lo hace ver una vez tras otra. Por eso dicen tanto que Dios no se deja ganar en generosidad.
Ahora que soy mamá me doy cuenta de que todo esto no es más que una artimaña maravillosa de la Providencia para obligarnos, generosamente, a darnos. Esa es la razón de ser padres: ¡una necesaria y obligada ocasión de servir!
Me duele mucho por eso cada vez que me agobia la realidad y me planteo que ser madre es difícil. Me duele mucho querer de pronto decir que no... y me duele hasta el fondo cuando veo que Dios da mucho y lo da todo, esperando que uno de nosotros le diga que sí, que quiere, y no lo vemos. Así como es de generoso, es justo, y pide en la medida que da.