viernes, 13 de junio de 2008

Pánico


Hace varios días se inició un paro de transportistas en España, para protestar por el precio de los combustibles. Tan pronto se inició la huelga, los noticiarios se llenaron de verdaderas noticias. En casa nos sorprendimos con cierta picardía de la ligereza con la que los reporteros propinaron pronto palabras como caos, desabastecimiento, pánico, largas colas, angustia... Por cada una de esas palabras imaginaba a 100 doñitas saliendo con su carro de la compra para apertrecharse. El resultado podía ser alarmante.
Como buenos venezolanos, permanecimos impermeables a las voces de alerta. Ayer finalmente nuestra nevera quedó despoblada y nos fuimos a mi automercado preferido a "hacer la compra". Me atacó una risita nerviosa al ver los anaqueles vacíos. No había ningún producto fresco -verduras, frutas, pollo y carne- a no ser por unas peras aporreadas que adornaban los estantes. De la risita nerviosa pasé a una incipiente desesperación al darme cuenta de que todo lo que faltaba era justamente lo que componía la dieta de Alejandra.
Armando puso su cara número 5 cuando vio mis primeros síntomas de locura. Pensé en la vocecita de mi hermana que me recuerda todo el tiempo: aprovecha que hay de todo en el súper, aprovecha de comer atún en agua (?). Tanto nadar, para morir en la orilla.
Seguíamos riéndonos de esta venezolanización de la realidad española cuando una señora nos comentó: esto nos hace muy bien. Así aprendemos a vivir con poco. No estamos tranquilos si no tenemos la nevera y la despensa a tope. Hoy mi madre le ha hecho a mi hijo un bollo con harina y huevo. Con eso se basta.
Interesante conclusión.

2 comentarios:

Raymunde dijo...

Los medios y la creación de histerias colectivas - una tesis buenísima. ¿Se anima alguien?

Por otro lado, está muy bien eso de la huelga de los transportistas, más que nada porque me hizo volver a darme cuenta de lo mucho que tengo. Supongo que lo aprecié más porque no tenía una Alejandrita a la que dar de comer.

Abrazos!!!

Andanhos dijo...

A mí también me surprendió muchísimo, pero lo peor fue sufrir una censura por haber sacado una fotografía.