A veces temo mucho que Ale haya heredado el mal humor de ciertas ramas de la familia. A veces, prefiero pensar que esas cosas se educan, que puede que nunca aprenda a estar "de malas pulgas"... A veces, sin embargo, la naturaleza me convence, me demuestra que no hay nada que hacer... Y sucede: se despierta de mala gana, molestísima, furiosa, en uno de esos días en los que no quiere nada.
He descubierto que en medio de esas crisis, basta con que me disponga a conversar con ella de otros temas alejados, como si nada, desde cero. Ayer -en medio de mi táctica de desviación de la rabieta- hablábamos sobre quiénes la acompañaban al colegio; descubrió con sorpresa que el ángel de la guarda no se queda en casa mientras ella sale a estudiar, sino que por el contrario va con ella... volando. De pronto, ya no lo quiso más, no quiso al ángel y lo más importante: me prometió que le arrancaría las alas.
Vaya humorcito.
Diario de Molinoviejo (V)
Hace 9 meses