jueves, 5 de febrero de 2009

Al cole


Todos te lo dicen: ¡más sufre uno que ellos! Y yo, que sufro, me ocupo de que los demás no vean que sufro demasiado para que ellos no sufran tanto... Tamaño trabalenguas para superar los primeros días de Ale en la guardería.
Después de mucho tejer planes para evitarlo, sucedió como todo: Providencial. Apareció el problema -ya no la puedo cuidar-, a la media hora apareció una solución balurda* -tendrías que ausentarte del trabajo un día y medio, en total-, a los quince minutos: la idea sensata -¿y si la metemos en la guardería?-, al rato: la disonancia -qué va a haber cupo a estas alturas del año-, al mediodía: el cupo... y ya no había vuelta atrás.
El primer día nos fuimos todos... a llevarla un rato. Alejandra se dio cuenta de que querían abandonarla y lloró hasta que no pudo más, hasta que nos convenció de llevárnosla, porque era todavía muy pronto. "¿Qué tal si mañana no hacen tanto show?", me sugirió el director. Lo comprendí. Había que asumirlo, y al día siguiente me fui con ella, solas. Y la dejé, y no lloré. Respondí con entereza las llamadas de tíos, tías, abuelos y abuelas. Está bien, se quedó llorando, pero seguro la ha pasado bien cuando se olvidó de mí.
El segundo día fue igual... se quedó llorando. Pero ese día sí que lloré. Lloré a todo pulmón, casi como Ale, pero en el carro, en medio de un embotellamiento caraqueño. ¿Qué podía hacer? ¿devolverme? ¿buscarla, dejar el trabajo y quedarnos juntas para siempre?.. La idea me hizo ojitos, pero era hora de asumir que no pasaba nada.
Han pasado cinco días y Alejandra dice palabras a toda velocidad. Repite, baila y ¡escupe el agua que se toma! Todo lo ha aprendido allí... Aunque parezca apresurado, la veo un poco más desenvuelta.
Yo tengo la lágrima a punta de ojo... pero me convenzo que ésta es apenas una de las muchísimas y diarias decisiones que habré de tomar sin compadecerme.
*Versión venezolana de "palurdo"; de ahí que no sepa si va con "b" o con "v"

2 comentarios:

Mónica dijo...

yo tambien lloré! :(

mòmo dijo...

Yo no. Lo suponías, ¿verdad? Ah, Joana tampoco: corría hacia los juguetes aprovechando que el resto de niños perdían el tiempo llorando. Somos prácticas.