lunes, 15 de junio de 2009

De todo

Mi vida está llena de recuerdos hambrientos... recuerdo el hambre que pasé cuando nos fuimos de mochileros por Europa; recuerdo el sabor de la sopa de mi abuela, y de la salsa de carne de mi madre. En Pamplona recordaba a cada rato el sabor de las hallacas, del queso guayanés, del aguacate de La Candelaria, de una buena parrillada... Y de tanto recordar me mataba el hambre.
Con el embarazo mi apetito creió a ritmos desproporcionados. Es un recuerdo abrasador; pero el mejor es el del 15 de septiembre, primer día que Alejandra habitaba fuera de mi panza, cuando comí un plato de garbanzos y ¡quedé satisfecha! Tenía nueve meses sin sentir esa saciedad...

Así como la frase de mi amigo peruano, no logro dejar en el olvido la expresión de nuestro obstetra plamplonica, que en la primera cita de control del embarazo me dijo tajante: "¡usted no está enferma, puede comer de todo!"
En la cita siguiente, cuando bajaba de la balanza, sentenció: "yo le dije que podía comer de todo, no que se lo comiera todo.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

ay si!! estás escribiendo!
mae

Andanhos dijo...

Jeje...
¡Me alegro de que haya nacido la linda Alejandra y no un garbanzón!
También recuerdo con añoranza algunos sabores de mi país, pero por otra parte también echo de menos la época en la que mi vientre era plano.
Un beso.