domingo, 14 de enero de 2007

un pollo en el horno

Así solía decir mi hermano cuando alguien estaba en estado: "manita, ¿sabes quién tiene un pollo en el horno?"... Yo gritaba con cara de gran chisme "Quiéeeeeeennnnnn" y él me decía: "Fulana", o "mengana", para pasar a dejar datos de si metió la pata, si tenían tiempo buscando y no podían, si ni siquiera sabía quién era el padre...
Resulta que ahora nosotros dos tenemos un pollo en el horno. Vamos a ser padres. Y lo cierto es que los tres días que han transcurrido desde que nos hicimos la prueba de la gonadotropina coriónica, y salió positivo, han sido realmente particulares. Aunque debiera, no me voy a detener en las incontenibles lágrimas de felicidad de mi hermano, de mi mamá, de mi suegro, de mis mejores amigas y de los muchos que sin pedir explicaciones se han alegrado de que Dios nos haya bendecido con un hijo.
En este preciso instante estoy pensando en quienes nos han dicho directa o indirectamente que "estamos locos" por salir embarazados, o quienes le han dicho a mi esposo -con tono de reclamo- "tú te lo buscaste", cuando nos ven un poquitico asustados.
Tener una vida en camino es maravilloso, ser parte del inmenso milagro de la creación de una vida, es sencillamente increíble. ¿Asusta? sí; ¿da miedo? seguro; ¿te provoca sacar cuentas? ¡claro!; ¿te preocupa lo que vendrá? ¡cómo no! Pero no tengo duda de que la vida misma nos premiará (sin merecerlo) la generosidad que temerosamente hemos tenido con ella. Tampoco tengo duda de que la primera cuota de ese premio, es el positivo que de pronto aparece de la nada, sin avisar.
No es mentira que seamos dos locos con suerte: nuestra corta vida juntos ha sido una increíble sucesión de hechos afortunados, casi milagrosos. No tengo duda de que éste es uno de ellos, y el primer punto de una larga y feliz cadeneta.
No me arrepiento de estar abierta a la vida, ni siquiera me hace dudar las caras de quienes nos objetan como si fuéramos dos estudiantes de bachillerato que "han metido la pata". No me arrepiento tampoco de haber convencido a mi esposo de que estuviera también abierto a la vida, sin entender profundamente el porqué de actuar así. La verdad es que no me parece injusto pensar en el premio que Dios tiene para nosotros.

No hay comentarios: