He asumido que a Ale le gustan los animales tanto como a mí. Mientras Armando suelta su frasecilla de "no sé quién están más emocionada, si la madre o la hija" frente a pingüinos, tiburones, tigres de bengala, águilas, manatís, osos hormigueros... yo me repito con madurez que la experiencia del Zoo siempre le viene bien a un niño, a cualquier edad. Pero han pasado los días y Alejandra me ha demostrado que heredó el amor por la naturaleza. Cuando sale en el cochecito y ve un perro, grita y se quiere lanzar a agarrarlo -no importa el tamaño-. Cuando ve palomas, se entusiasma tanto que levanta los brazos y los agita como si estuviera en la barra de Sábado Sensacional. De vez en cuando empujo el cochecito con fuerza y nos vamos detrás de las palomas a toda velocidad. No sé quién tiene más ilusión de que podamos correr juntas detrás de ellas.
Diario de Molinoviejo (V)
Hace 1 año