El tema de la generosidad siempre me da vueltas en la cabeza, porque nunca se es suficientemente generoso. Siempre hay que dar algo que duela y cuando logras desprenderte de eso sin que te duela, entonces significa que tienes que dar más. ¿Gracioso, no?
Dios, a quien nunca le duele nada -vale acotar-, es tan generoso como infinito... y así nos lo hace ver una vez tras otra. Por eso dicen tanto que Dios
no se deja ganar en generosidad.
Ahora que soy mamá me doy cuenta de que todo esto no es más que una artimaña maravillosa de la Providencia para obligarnos, generosamente, a darnos. Esa es la razón de ser padres: ¡una necesaria y obligada ocasión de servir!
Me duele mucho por eso cada vez que me agobia la realidad y me planteo que ser madre es difícil. Me duele mucho querer de pronto decir que no... y me duele hasta el fondo cuando veo que Dios da mucho y lo da todo, esperando que uno de nosotros le diga que sí, que quiere, y no lo vemos. Así como es de generoso, es justo, y pide en la medida que da.
1 comentario:
A la pipeta!!!!!
Tenemos que hablar tantas cosas!...me hacés pensár, che!
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