La llegada a Venezuela supuso para Alejandra también el conocimiento del resto de la familia a la que no había tenido acceso en Pamplona. Aquí pudo conocer a su
otro tío. Siendo esposo de su tía de sangre, podría decirse que no es su tío del todo; pero Ale, con su corazón generoso, se ha esforzado por demostrar que nada importa si es de sangre o no: lo que importa es cuánto pueden llegar a quererse entre sí. Entre Ale y su tío Julián se dio el flechazo: fue, sin duda, un amor a primera vista.
El tío Julián no es un hombre de esos que llamamos zalameros. No es un tipo al que le gusta hacerse notar, o alguien que quiera a toda costa el cariño de la gente. Es más bien un hombre discreto. Así ha sido su estrategia de conquista; no la atosiga, no la persigue, ni es el primero en saludarla, no le ríe las gracias en medio de la aclamación... El tío Julián espera la hora de la siesta y de pronto se la lleva a jugar para la cama; cuando la conversación está encumbrada, el tío Julián la toma de la mano y la ayuda a dar sus primeros pasos; ni qué decir de las prácticas de "vuelo" que Alejandra disfruta muy cerca del techo de la casa, en brazos de su tío Julián...
Ha sido maravilloso descubrir que Ale cumple a carta cabal sus funciones de sobrina. Porque el tío Julián "no podrá tener sobrinos de otro modo"*, así que se ha estrenado con honores en su papel.
*¡Es hijo único!
No hay comentarios:
Publicar un comentario