Todos los que me conocen saben cuánto me gusta la Navidad. He identificado algunas razones por las cuales ésta es mi fiesta preferida:
1. Porque mi mamá está siempre de buen humor.
2. Porque me invade un espíritu de donación desinteresada que no desaparece hasta que mi cuenta queda en números rojos.
3. Porque mamá todos los años nos regala una pijama nueva para recibir la Navidad.
4. Porque pido cosas al Niño Dios con la seguridad de que me las traerá.
5. Porque hasta los que se encuentran más alejados de Dios, se reúnen en torno a una fiesta unívoca y profundamente cristiana.
Lógicamente, los que me conocen también sabrán que para alguien como yo pasar unas fiestas navideñas lejos de casa, de la familia y de la vida misma, puede llegar a significar un horror. Pero este año, que me toca vivir la Navidad en España, no ha sido así.
Porque este año no tengo pijama nueva, pero Alejandra tiene un lindo monito rojo con un muñeco de nieve pintado en el pecho; porque ahora soy yo la que está de buen humor, cantando aguinaldos venezolanos, para que Ale lo note; porque hubiéramos podido dejar la cuenta en cero comprando los regalos del Niño Jesús de Alejandra, aunque no fue necesario, y porque Dios me recordó que el año pasado el Niño Jesús me había traído algo que no le pedí, pero que Él sabía que yo necesitaba: una hija.
Este año mis navidades están completas porque nos hemos reunido en torno al Nacimiento junto a Alejandra.
Diario de Molinoviejo (V)
Hace 1 año