domingo, 29 de junio de 2008

Despedidas




La labor de empacar me ha hecho limitar mis pensamientos de todos los días a la cantidad de kilos que tengo, la que puede caberme y la que pesa cada pequeña cosa. Esa limitación mental me ha liberado del sentimentalismo. A pesar de todos los pronósticos apenas he llorado.
Pero hay momentos de momentos. Ayer, Oshrit y los demás amigos del doctorado nos organizaron una despedida. Fuimos todos elegantes, la comida que prepararon fue de lujo y la verdad es que pasamos un rato como ninguno. Nos dieron varios regalos: una canción inédita del adiós, lista para ser cantada a partir de ahora en todas las despedidas; un CD con canciones de cada país, para escuchar en el tráfico caraqueño; y un álbum, con los mejores recuerdos de nuestro paso por Pamplona y mensajes de cada uno.
Ni qué decir de llorar. Apenas pude agradecer: los primeros meses en Pamplona nos sentíamos muy solos, y los días nos pasaban lentamente; desde que empezamos a tener amigos el tiempo se nos pasó volando.
Con lo de las fotos pudimos recordar cada llegada. Oshrit se hizo amiga de Armando primero y luego, en Almagro, hundidas en la trampa, no nos quedó otra que hacer frente. Y Liége, que me dijo que le pediría a Mónica una cuna para Alejandra, que no me preocupara. Luego Mónica, que de golpe dejó de ser distante para ofrecernos irnos a buscar al hospital. Teresa, batallando las mañanas de inglés con Armando. Y Víctor, compartiendo las galletas en la gaveta de mi mesa. Los estudiantes de este año vinieron con todo: Karine, con su buena intención de decirme que iba bien con mis clases de samba, y Mónica -con David José, Jaime y el milagro de Ana Isabel-, para "hacer alumbrar el trópico". Ya a Eugenia le he dicho muchas veces cuánto significó para mí que me salvara ese primer día de clases en la segunda planta de la biblioteca.
Han sido días maravillosos, de amistades plenas y profundas. Con su brisa fría que no cesa, Pamplona nos ha ofrecido un ambiente extraordinario para ver crecer nuestra familia.
*Esta entrada fue una de las cosas que me quedó pendiente de mis últimos días en Pamplona. La he rescatado de los borradores y la cuelgo desde Madrid.

3 comentarios:

Andanhos dijo...

Alejandra, Armando y tú sois personas muy queridas y especiales.
¡Gracias por vuestra amistad!
Un beso.

Anónimo dijo...

que chévere!!!
te extraño mucho!
euge

mòmo dijo...

He vuelto a mi ser frío y distante. Fue sólo un arrebato... Se os extraña.