lunes, 31 de marzo de 2008

El mando


Durante la Semana Santa recibimos la agradable visita de mi mamá, mi tía, unos primos y un montón de amigas. Entre los muchos regalos que recibió Alejandra, estaba uno que yo ansiaba mucho desde que nació: un álbum del bebé. En esos álbumes, uno va rellenando una especie de historia personal del niño, que si el día estaba frío cuando nació, que si la foto de mamá embarazada, que si su primer mechón de pelo, que si los nombres de los padrinos, que si la fecha en la que le salieron los primeros dientes, y así... Yo me dediqué, tan pronto pude, a completar los datos que me pedía el álbum. El problema llegó cuando me pedía que pusiera cuál era el juguete preferido de Ale. Pensé y pensé, para no ser injusta con Ramón -el oso morado-, ni con Tonkey, ni con la ranita sonajero, ni con Peluca, ni con Ramiro -el pollo-, ni tampoco con el recién llegado Tiger. Pero la verdad es que tanto pensar no hacía otra cosa que ocultar una verdad del tamaño de un templo: el juguete preferido de Ale es ¡el control remoto! Sí. Alejandra siente una especial locura por el control del televisor. No importa a qué distancia se encuentre de él, una vez que lo visualiza, se lanza a buscarlo haciendo gala de sus nuevos dones de reptadora. Ahora que la dejamos que lo agarre, lo muerda y se ría con él, tenemos que soportar que de golpe suba el volumen, que caiga un canal por suerte, y que aunque no esté ella presente se apague la tele porque ha programado el sleep.
Dado que los españoles llaman al control remoto "el mando", yo no hago más que hacerme la misma pregunta: ¿quién manda en esta casa?

domingo, 30 de marzo de 2008

Sapos o ranas


Cada minuto de la siesta de Alejandra -la de la tarde y la de la mañana-; cada media hora de juego con Armando que yo me perdí; un par de horas después de cenar, cuando ya se había dormido; en caso de emergencia, las muy rendidoras horas de la mañana, antes de que se despertara; las odiosas horas en la biblioteca, pensando en qué estaría pasando en casa... Creo que con eso fue suficiente. En cada segundo de esos momentos me dediqué con toda mi mente a pensar en Teresa de la Parra, y con todo mi corazón, a jugar con las niñitas de Piedra Azul y a ponerme los vestidos de María Eugenia Alonso.
Aunque diga que es un chistecito, ha sido un trabajo duro. Salga sapo o salga rana, puedo ofrecérselo a PapaDios.

martes, 25 de marzo de 2008

De tanto tener...

Quiero estar con mi mamá, y quiero estar sola con Armando y Alejandra. Quiero vivir en Caracas, y quiero vivir en Pamplona. Quiero trabajar en la UMA y quiero hacer la tesis en la Unav. Quiero comprar en el Sambil, y quiero caminar por el lago de Barañáin. Quiero el tráfico de Los Ruices, el estrés del mercado, la cola para la leche, el sueño inmanejable del final de la jornada, el dolor de espalda de tanto correr de un sitio a otro, las noches de pizza y comida china en casa de Alda. Y quiero también pasar incontables horas con Armando y Alejandra en casa, como si nadie nos esperara nunca; quiero que vayamos a hacer la compra juntos; quiero que Armando grite "Mommy is here" cada vez que llego de la uni; quiero que desayunemos, almorcemos y cenemos juntos todos los días; quiero ir a Misa sin atender a la guardia de Armando; quiero a mis amigos del sur y quiero, con todo mi corazón, nuestra vida en Pamplona. Quiero y quiero, no paro de querer... lo quiero todo.

sábado, 22 de marzo de 2008

Nevada


Siempre recuerdo el capítulo de Los Simpsons en el que Bart le pide a Dios que le dé una última oportunidad para estudiar y así no reprobar el año. Dios se la concede: manda una nevada, y a Bart le cuesta un montón elegir quedarse en casa, aprovechando la suspensión de clases para estudiar, mientras sus amigos juegan en la nieve. Lo recuerdo siempre porque Dios me manda cosas similares siempre que tengo que terminar corriendo un trabajo de "última hora". Hoy, me ha enviado una nevada de verdad: en Pamplona está nevando, y gracias a eso Armando decidió que no le acompañara a una cena que teníamos. Ahora estoy en casa, luchando por aprovechar las horas efectivísimas de trabajo de las que dispongo, y cada minuto me siento más Bart.

jueves, 20 de marzo de 2008

Progresos



Finalmente, hemos dado la papilla a Alejandra. Su primera reacción fue de desprecio. Qué es esto; no me gusta. Pero bastaron diez segundos para adaptarse al cambio, y querer agarrar la cucharilla para tratar de comer ella sola.
Hoy ha sido el segundo día. Hemos incorporado el jugo de una naranja al cambur que ya le habíamos dado ayer. De nuevo la rutina: el babero, la cuchara, el bol con la papilla, en las piernas de papá y a comer. ¡Pero con qué gusto se lo ha comido! Si no hubo un grumito que quedara en la taza: Alejandra se lo comió todo, y aun quería más.
Fue necesario darle pecho... Parece que es una pequeñina hambrienta.

viernes, 14 de marzo de 2008

Frutas y verduras


Como ayer estuve enferma, -y lo sigo estando hoy- Armando y Alejandra se fueron solos a la consulta de los seis meses. Era una consulta especial para mí, porque se termina la lactancia exclusiva, y desde este momento se incluyen otros alimentos en la dieta de la chiquitina. Los dejé partir -desconfiada- con una lista de todas las preguntas que tenía, anotadas en un papel, con la promesa firme de que Armando se las haría al doctor.
Descansé mucho durante las horas que estuvieron fuera, pero me golpeó el "amor de madre" no haber podido estar.
Cuando volvieron, Armando traía mis respuestas, y nuevas instrucciones de uso para Ale. Ahora hay que ponerla a comer frutas, que sustituirá una comida de la tarde; y dentro de quince días, hay que darle verduritas, que sustituirá una comida de la mañana. Naranja y cambur (¡sí, cambur -no bananas-!), luego manzana, pera y melocotón. Luego papa, zanahoria, y ajoporros (¡sí, ajoporros -no puerros-!).
Yo estoy emocionadísima. Aunque todavía no he podido salir de la casa a comprar las frutas... Y entre las muchas y sorprendentes respuestas que me mandó el doctor, está la de que los biberones no hay que esterilizarlos... ¡Que viva la naturalidad!

jueves, 13 de marzo de 2008

El silencio de mamá

Esta mañana papá y mamá me hicieron dormir hasta tarde. Utilizaron el viejo truco de cerrar todas las persianas para que yo creyera que todavía era de noche. Yo me dejé llevar, y dormí hasta las 11:00, hora en que llegó papá del curso de inglés. Desde ese momento, mamá se ha estado portando muy raro. No me mira. Cuando me da de comer, se queda mirando fijo a la ventana. Y lo más triste de todo es que no me dice cositas. No me habla, a pesar de todas las sonrisitas que le regalo, y de los soniditos que tanto le gustan. Algo está pasando. ¿Será que mamá ya no me quiere?
De pronto estalla un grito de papá: ¡Mommy is sick!

miércoles, 12 de marzo de 2008

Poco a poco... no hay apuro


El sábado pasado mi mamá descubrió que un dientecito venía en camino. Apenas pudo contenerse hasta que llegara papá -que estaba Madrid- para contárselo y, segundos después, decírselo al mundo entero. Desde ese momento se la pasa frotándome la encía, mirando de cerca la rajita que tengo, sacándome fotografías sin sentido y obligando a mi papá a que "palpe" dentro de mi boquita. El otro día posé amablemente para una foto en la que con mucha dificultad se podía ver la promesa del diente... Pobre, no se ha enterado de que así son las cosas: poco a poco, mamá. Ten paciencia, ya se empieza a asomar el dientecito.

domingo, 9 de marzo de 2008

El mundo de Joana


Joana hace una lluvia de estrellas con migas de pan. Saca muchos globos del fondo de un sofá y compra en la barra de la una pelota de fútbol y carne para comer. De pronto trae cuentos para todos, y uno puede decidir cuál es el que le ha tocado. Joana tiene en su cuarto una cocinita; cuando la visitas, te brinda arroz con miel, y a veces pescado. También tiene allí una espada, con la que espanta a los lobos y se defiende de los malos. Joana te acompaña para que no llores cuando a la Cenicienta le rompen su vestido rosa, y te anima diciéndote que pronto vendrá el Hada Madrina.
Este fin de semana, Joana se ha hecho amiga de Alejandra. Ha compartido con ella todas sus cretivas realidades y le ha prestado su gato de largos bigotes. Alejandra está feliz: cuando sea mediana, quiere ser como Joana.

sábado, 8 de marzo de 2008

Zona en reclamación


El otro día estábamos en casa de Eugenia, y volví a quejarme frente a Mónica -nuestra amiga española- del horrible mapa de América que hay en la cocina de los Pérez-Constanzó Ortiz. Mi rabia por el mapa viene de la primera vez que lo vi, y me percaté de que Venezuela aparecía sin una de sus dos "patitas". Porque el mapa de Venezuela, que parece una vaca, tiene una pata que es el estado Amazonas, y otra, siempre adornada con rayas diagonales rojas, que es la "zona en reclamación". Esta zona -la Guayana Esequiba-, aparece en el mapa de los citados argentinos, integrada a Guyana, un país que hace frontera al este con Venezuela. Ni siquiera está en duda: ese territorio es de los guyaneses.
El tema es que ayer Mónica -que conoce bastante de América- y Eugenia se pusieron a comentar cómo es que los chilenos conocen un mapa que incluye territorios que reclaman, así también los peruanos, los bolivianos, los uruguayos, y pare usted de contar. De golpe me sentí muy avergonzada: yo era una más de esas sudacas, que crecieron creyendo que un territorio era suyo, pero no lo era. Me reconocí entonces presa del dicurso escolar. Ahora ¿cómo se sostiene mi vaquita, haciendo equilibrio en una sola pata?

jueves, 6 de marzo de 2008

Andrés, el tradicional


Hoy, por una acción que se repetía, recordé la visita de mi hermano a Pamplona. Estábamos en pleno otoño, y la ciudad le brindó colores extraordinarios. Andrés se decidió a cargar y a abrazar a su primera sobrina casi tres días después de su llegada. Con mucho miedo, se fue haciendo a ella, y al final tomaron la siesta de la mañana, juntos, en mi cama. También hizo gala de sus virtudes de hombre de mundo por las callejuelas del centro de Pamplona, y nos acompañó con unos pinchos en el bar Estafeta. Además de pasar un tiempo de calidad, de hermanos, que no pasábamos desde hace más de cinco años, Andrés descubrió, de pronto, cuánto se puede querer a un bebito "propio". Después de un viaje muy atropellado de ida y de vuelta a Nueva York, me escribió: "Manita, un pedazo de mi corazón se ha quedado en Pamplona, al lado de mi chiquidrácula". Alejandra es ahora un poco suya.

miércoles, 5 de marzo de 2008

Y ahora, los pies


Alejandra ha descubierto sus extremidades inferiores. Por supuesto quiere hacer con ellas lo que hace con cada detalle del mundo cuando se da cuenta de su existencia: comérselos. Aún no ha logrado ser tan flexible como para chuparlos con calma, pero ese día está pronto a llegar. Así de rápido se pasaron los días en los que daba una vuelta con esfuerzo, dos vueltitas, y hoy, a toda velocidad, rumbo al precipicio de la cama de papá y mamá.
Creemos que quizá sea mejor que succione sus piecitos, antes que la rejilla de la cuna, que la pared del cuarto, y que el marco de la puerta de entrada.

En Venezuela...

El otro día un grupo de venezolanos compartía la tristeza de pensar que en Caracas no se puede vivir tranquilo. Yo me animé a decir que es un asunto de actitud, que me bastaba recordar los primeros meses de mi matrimonio, Armando y yo echados en la cama viendo tele... qué bien la pasábamos. "¡Pues estarías viendo tv por cable! Nada de globovisión, ni la tv local", nos recriminaron.
Puede que estuviéramos viendo alguna serie de Sony; pero éramos felices no porque nos riéramos con algún chiste gringo, sino porque estábamos decididos a serlo. No estábamos desconectados a drede, para obviar la realidad del país que sufre; teníamos el corazón lleno de amor, y así, con el espacio íntimo bien animado, se enfrenta mejor la injusticia que reina.
Creo que para ser feliz en Venezuela no hace falta obviar la realidad. Hay que entusiasmarse con la propia vida, y luego irradiar con alegría las dificultades del día a día de las condiciones en las que nos tocó vivir. Ésas que bien conoce la Providencia, y que ha querido para nosotros.